Podríamos decir que algo está cambiando, que o bien por fin escuchan a los profesionales del sector musical, o ellos mismos empujan tanto que logran lo impensable. En unos tiempos raros, en los que se dejó de lado a la cultura musical (recordemos las movilizaciones recientes), anoche en Málaga tuvo lugar el primer concierto en sala respetando todas las medidas de seguridad e higiene. Poco a poco se va viendo la luz al final del túnel. El concierto organizado por Mizake Producciones, reunió a dos bandas- una conocida y la otra no tanto- como son Verona y Maenoba.

Abrieron los granadinos como buen equipo visitante e hicieron un repaso a su discografía. Comenzaron con “Cada vez”, tema de su anterior disco y con el que empezaron a caldear el ambiente, seguido por “Lunes de agosto” en el que ya se veía cómo iba a ser lo siguiente. Antonio hizo algún comentario entre canciones, haciendo partícipe al público de su humor y risas, con lo que la conexión fue inmediata. Siguieron con dos temas de su disco actual “Capital silencio” que salió en marzo de este año. Estos temas ya mostraban su estilo rockero y cañero, haciéndonos bailar en las sillas como si estuviéramos de pie. “Tan distintos” y “Causa y efecto” tienen la marca Verona, con guitarras potentes y ese subir de intensidad en las canciones. Pero no todo va a ser potencia, “Símbolos” y “ Amanecer” pusieron la nota más calmada al repertorio. Verona también aprovecharon para regalarnos el primer directo de “Que no”, la versión de la canción de Xoel López que ha desatado pasiones, y que fue incluso mejor de lo que esperábamos. Apoteósico, como apoteósico, fue el final de un set que se hizo corto y en el cual tocaron dos últimas muy seguidas por falta de tiempo. La sala se vino abajo con “Amanecer” y “Fiebre”, canciones en las que los juegos con los reverbs se hacen patentes, y ahí la gente quería más, pero no pudo ser. Verona había tocado en Málaga por primera vez y menuda primera vez.

Poco después siguieron Maenoba, banda malagueña de pop/rock alternativo formada en 2018 que venían a presentar su primer trabajo autoeditado llamado “74”, un EP de seis canciones y el cual fue publicado en plena pandemia, salto de fe por parte de sus integrantes en estos tiempos tan difíciles. Empezaron con “Okim”, una canción de ritmo lento y con mucho protagonismo instrumental. Pero poco tardaron en subir el tono a su set y siguieron con “Verdaguer”, un tema cañero en el que las guitarras rítmicas tienen mucha prevalencia, acompañadas de ritmos de distorsiones en algunos intervalos de la canción. “Nieve” podría considerarse como un puente instrumental en el setlist, con unas guitarras muy marcadas y una batería y bajo tranquilos. Podríamos decir que en ese tema dan rienda suelta a su creatividad musical. Justo después, Carlos, el vocalista, presentaba una versión que iban a hacer de “Incendio suicida” de Rufus T. Firefly, la cual hicieron suya y dotaron de un alma propia. La siguiente fue presentada como la canción “nueva” sin título, aunque me han chivado que puede llamarse “Pan de día”, y sigue un ritmo pausado y lineal, algo que también tiene “Luz”, canción dulce y melancólica. Los malagueños terminaron el set con un ritmo acelerado y cañero, con “Lesbos” e “Incipiente”, canciones con mucho delay y distorsiones, algo que a esta banda le caracteriza, ya que procuran usarlo en todas las canciones. Definitivamente, es una banda a quien mirar de cerca porque tienen proyección, además de talento y, sobre todo, muchas ganas.

Terminaron agradeciendo a la organización del concierto, a la sala y al público por apostar por una cultura segura, porque algo es cierto, se pueden seguir haciendo conciertos si se respetan las medidas de seguridad, tanto en recintos abiertos como cerrados.

Un abrazo

Irene Camacho