Stanich, todos somos contingentes, pero tú eres necesario

Ufff… ¿por dónde empiezo? ¿por dónde se empieza a escribir y a desgranar uno de los mejores conciertos que he visto en mi vida? Solo poner eso ya me parecen palabras mayores. Pero así fue.

Intro

Ángel Stanich visitó La Riviera por última vez en noviembre de 2021. Tras la pandemia, ese fue mi primer concierto de pie y (casi) sin mascarilla. Disfruté de la presentación de “Polvo de Batiatto” como una niña. La gira siguió por salas, festivales y nuevamente salas durante todo 2022, programando una parada especial “comunal y turgente” el 20 de enero de 2023 en la mítica sala madrileña.

Primer acto

No había ninguna pista de lo que iba a suceder, solo una petición de puntualidad. Que mejor avisarlo, pues no destacamos por esa virtud en nuestro país. Yo, sí, por aquello de ser bajita y como canta Santi Balmes: “primeras filas vuestra obsesión”, pero eso es cosa mía. Pasados siete u ocho minutos de las 21:00 la voz de Raúl Cimas introducía el primer acto del espectáculo del que íbamos a ser testigos. La Stanich Band, o lo que viene siendo Lete Moreno, Álex Izquierdo, Víctor Pescador, Jave Ryjlen y Ángel Stanich salieron al escenario con la cara del que sabe que se avecina una liada monumental.
Tras las primeras frases de El volver salió al escenario Quique González y el público enloqueció. Lo bueno del factor sorpresa, claro, aunque Quique tiene ese poder y Stanich jugó con ello convirtiéndole en su primer invitado. Desde ese momento fue alternando canciones en solitario con dúos épicos, con Javier Vielba (más conocido como El Meister) y Lichis, con el que cantó Dos boyscouts de mierda.

Segundo Acto

Y así dio paso al acto dos, precedido de un fragmento de “Amanece, que no es poco”. La banda volvió a escena con un cambio de americana de su cantante, gesto que repitió al comenzar el acto tres. Pero volviendo a la segunda parte del show, y habiendo tomado distancia, me pareció la más emotiva. Julia Martín-Maestro y Víctor Cabezuelo, batería y cantante de Rufus T. Firefly respectivamente, interpretaron dos temas: Golpe en la pequeña china y Rey idiota. Y esa fue la cara que se me quedó a mí, pues pensaba que ‘mis amados Rufus’ tenían concierto ese día y estaban fuera de Madrid. La versión de la primera canción sonó tan diferente y especial que podría pasar por una canción de Magnolia o El largo mañana.

Y aún estaba asimilando lo vivido con Julia y Víctor, cuando, tras un speech del lysergic songwriter (como Stanich se autodenomina en sus redes sociales), apareció Ricky Falkner para interpretar Miss Trueno ’89. Creo que no había escuchado esa canción en directo en las últimas giras y si lo hice no lo recuerdo; ojalá no olvide esta versión que me emocionó hasta las lágrimas. Pero el ritmo no paró durante las dos horas que duró el (des)comunal concierto y mientras Ángel Stanich cantaba Qué será de mí en solitario, ya se preparaban Joe Crepúsculo y Aaron Rux, que hicieron del Hula Hula una auténtica fiesta. Y con La historia es fácil, tema de “Polvo de Battiato” finalizó el segundo acto.

Tercer acto

El tercer y último episodio de esta orgía musical empezó con la Oda a la calabaza de “Amanece, que no es poco”. Siguió con Galicia Calidade a medias con Rafa Val, voz de Viva Suecia, que levantaba el pie de micro ante un público entregado desde el inicio.
Continuó con Mikel Erentxun y Carbura!, tema insigne de “Camino ácido”, primer álbum de Stanich y los suyos. Y al terminar, la presentación habitual de los miembros de la banda y los agradecimientos necesarios. Quiero señalar que no hubo ningún fallo técnico, al menos no evidente para los que allí estábamos. Y tiene mérito con tanto invitado y cambios en los instrumentos. Los músicos impecables, mención especial a Víctor Pescador, uno de los guitarristas más virtuosos que he visto en directo. Pero
vuelvo al concierto y su recta final.
La penúltima invitada fue Anni B Sweet, partenaire femenina en Motel Consuelo. Reconozco que esperaba a Nina de Morgan, que es la intérprete original en el disco, pero debía estar reposando su garganta, pues tenía tremendo concierto al día siguiente en el Wizink Center y cuya crónica también podéis leer aquí en MiRollo.

Anni hizo una versión estupenda y dejó el ánimo encendido. Escupe fuego en solitario nos preparó para Metralleta Joe, a medias con Jorge Ilegal, el mítico e irreverente cantante de Ilegales. Y, para terminar, como viene siendo habitual desde 2017, Mátame camión.
A estas alturas de la película, la locura colectiva era un hecho. Y mientras Stanich era sostenido y paseado cual Jesús Levitante finiquitaba el asunto con un ‘¿Piensas cuando fumas? ¿O fumas cuando piensas? Es solo una pregunta. Ese es el puto dilema’ para volver al escenario de un salto (pa’ habernos matao). Además, literal, que yo estaba grabando un vídeo del momento y casi acabo en el suelo.

Desenlace

El concierto comunal y turgente, plagado de referencias al gran Jose Luis Cuerda, finalizó con la presencia de todos los invitados en el escenario. Todos, excepto Lichis, que tuvo que marcharse, llenaron la tarima de talento y música. Al mirarlos allí, me di cuenta de que Ángel Stanich había montado su propio festival, contando con los mejores del panorama, con sus amigos y al mismo tiempo, cumpliendo un sueño, no solo suyo, sino de todos los que estábamos abajo. Ni en los mejores de los míos hubiera imaginado lo que vivimos el viernes 20 de enero en La Riviera. El ermitaño, que ya no lo es tanto, estuvo sonriendo dos horas y es que ¡cómo no hacerlo!

Espero que cuando recuerde la frase “Yo podía haber sido una leyenda, o una epopeya si nos juntamos varios” asuma que él lo es. Los allí presentes, su madre incluida, fuimos (y seremos) testigos. Nos vemos en la siguiente, porque siempre hay ganas de música en directo, siempre hay ganas de ‘un poquito más’, ya lo decía Quintero.

Un abrazo #siempreunabrazo desde donde viven los abrazos de Rebeca González

Fotos de Sayri Yepez en IG @sayri por si queréis bichear