La música amansa a las fieras, y a tu mente

Gran parte de las veces, el mayor saboteador de nuestros planes y sueños, somos nosotros mismos. Aprendamos como ponerle fin a esta realidad.

Tu peor enemigo es tu mente

En muchas de nuestras experiencias nos hemos sentido maltratados y humillados, algo que creemos haber superado cuando realmente no es así. Cuando pasa el tiempo, y ese maltrato desaparece, nosotros empezamos a ejercerlo contra nosotros mismos sin ser conscientes de ello, convirtiéndonos en nuestro peor enemigo.

Es aquí cuando debemos darnos cuenta de cómo somos realmente. Personas con una muy baja autoestima, llenas de inseguridades, de frustraciones, de miedos, de culpas…

Si te cuesta muchísimo valorarte, aceptarte y reconocer que eres capaz de lograr y conseguir todo lo que los demás ya han conseguido y logrado, probablemente te estés convirtiendo en tu propio enemigo.

Tu peor enemigo no son los demás, sino que todo está en tu mente. ¿Cómo puede ser esto posible? ¿Cómo puedo ser yo mi propio enemigo? Todas las críticas que puedas recibir, las humillaciones, las opiniones, los juicios que realizan sobre ti… Todo esto, puede ser aceptado por ti o no.

Soy consciente, ahora ¿cómo puedo empezar a dejar de ser mi peor enemigo?

  • Acéptate y estate seguro de quién realmente eres.
  • Cuestiona todo mensaje negativo que llegue sobre ti.
  • Aprender a equivocarse
  • No te esfuerces e intentes agradar a todo el mundo.

Es difícil empezar a dejar de ser tu propio enemigo, pero esto es algo que solo se encuentra en tus manos. Debes estar seguro de quién eres y no dejar que las opiniones de los demás te digan quién debes ser.

La música como herramienta para redirigir las emociones

La música está relacionada con la inteligencia emocional, siendo esta la capacidad que tienen los individuos de reconocer sus propias emociones, así como también las de las personas en su entorno y poder adaptarlas a su contexto.
La música está relacionada con la inteligencia emocional, siendo esta la capacidad que tienen los individuos de reconocer sus propias emociones, así como también las de las personas en su entorno y poder adaptarlas a su contexto. Una de las habilidades que desarrolla la música y que está relacionada con este tipo de inteligencia es la empatía, es decir, la capacidad de una persona de ponerse en el lugar del otro e intentar comprender o imitar sus sentimientos. Este desarrollo ocurre debido a que el estímulo musical activa las áreas del cerebro donde se encuentran las neuronas espejo, que son las que cumplen el rol de reflejar las intenciones y acciones de los demás individuos como si fueran propias. Es gracias a ellas que el ser humano puede compartir emociones como la alegría y el dolor con su entorno y de esta forma crear lazos sociales afectivos, mucho más fuertes que cualquier otro. Otra función que tiene la música es calmar las emociones y los estados anímicos perturbados, como el temor, en los individuos. Esto sucede gracias al ritmo y armonía constante que generan tranquilidad y calma. Es por esto que a los niños se les cantan canciones de cuna, ya que el sonido estable y constante hace que las pulsaciones disminuyan logrando que el infante se duerma.

Debido a la influencia estimulante que tiene la música sobre los dos hemisferios del cerebro, se han llevado a cabo diversas investigaciones para comprender por medio de ella su estructura emocional. La profesora Elizabeth Hellmuth Margulis, que enseña en la Universidad de Princeton donde es también directora del Laboratorio de Cognición de Música, ha tomado como eje de sus estudios la influencia de la música en la ciencia cognitiva. Su investigación se basa en diversos métodos teóricos, así como también en el análisis de comportamientos del cerebro mediante neuroimagenes funcionales. En su libro “On Repeat: How Music Plays in the Mind” (“En Repetición, como la Música Juega con la Mente), explica el motivo por el cual a distintos individuos les gustan distintas canciones. Ella afirma que el 90% de la música que escuchamos se compone de melodías que ya conocíamos, por lo que las canciones que se convierten en nuestras favoritas ya las habíamos oído en algún momento. Esta sensación de “terreno conocido”, es la que produce que las canciones preferidas de los individuos les generen alegría y tranquilidad. Pero esta repetición no hace solo referencia a la cantidad de veces que escuchamos una melodía, sino que también es importante que tenga una estructura reiterativa con pocos elementos y es por esto que las canciones tienen estribillos y repiten palabras o frases.

Sin embargo, no todas las canciones repetitivas tienen el mismo efecto en todas las personas, porque entran en juego otros elementos que se tienen asociados a una canción en específico. Hay estudios que demuestran que los recuerdos tienen un gran peso en las canciones que elige el individuo, pero también en las distintas emociones que despiertan cada una. Cada persona guarda una historia musical personal que relaciona las canciones con los momentos más importantes en los que se escuchó. Por ejemplo, la canción del primer baile como marido y mujer en una boda o la música que se escuchó durante una graduación. Al escucharla estos recuerdos se reviven produciendo emociones como la alegría, la tristeza y la nostalgia.

Gracias a que la música ayuda a evocar sensaciones, haciendo más fácil las descripciones sensoriales, el cine utiliza a las bandas sonoras como una herramienta principal de muchas películas. El género más conocido que utiliza este elemento son las comedias musicales, que lo emplean como un medio que tiene el personaje para expresar sus emociones. Sin embargo, la música instrumental acompaña a todo tipo de escena, como por ejemplo batallas, escenas románticas, fallecimientos, momentos de tensión, etc. Muchas veces los espectadores no le prestan atención o no se dan cuenta que está, pero desde segundo plano influye en la experiencia cinematográfica.