El pasado viernes 25 de abril, Mi Rollo tuvo el privilegio de asistir en primera fila a una de esas noches que dejan huella. En La Casa del Loco de Zaragoza, El Vicio del Duende celebró su 20 aniversario sobre los escenarios. Y no hay mejor manera de hacerlo que donde todo empezó: en casa, arropados por una sala llena, con la energía a flor de piel y rodeados de gente que ha caminado con ellos durante estas dos décadas.
Veinte años en la carretera no se consiguen por casualidad. Son el fruto de la perseverancia, del trabajo diario y de una pasión inagotable por la música. Así lo demostró la banda en un concierto que no solo fue una celebración, sino también una reafirmación de que están más vivos que nunca. Porque El Vicio del Duende no vive de la nostalgia. Lo suyo es mirar al frente, y aunque ya publicaron Como sigue estando el mar, su esperado recopilatorio, este 2025 ya trabajan en un nuevo disco, con la vista puesta en seguir sumando canciones a su historia.
Vertize calienta motores con un directo vibrante
Antes de que ellos tomaran el escenario, la noche la abrió Vertize, banda que se encuentra girando con su potente “Bienvenidos al Vértize”. Si ya desde casa sus temas suenan con fuerza, verlos en directo es una experiencia que elevsa la canciones mucho más allá. José Roa (voz y guitarra), Janfri (guitarra), NJ Cardoso (bajo) y Dani Díaz (batería) ofrecieron un directo sólido, contundente y lleno de actitud. Canciones como El Vendaval, El filo de mi mitad o Redención conectaron rápidamente con el público, pero fue La ninfa del Kas, con su energía guitarrera y estribillo arrollador, la que selló su actuación por todo lo alto. Una grata sorpresa para muchos que aún no los habíamos visto en directo. Sin duda una banda a seguir de cerca.
El Vicio del Duende: veinte años, mismo corazón
Y entonces, llegó el momento: El Vicio del Duende subía al escenario. Ismael Castañosa, Daniel San Emeterio, Nacho Berdejo y José Miguel Rodríguez lo hacían con ilusión visible y ganas de celebrar. No todos los días se cumplen 20 años de carrera y menos con un legado que sigue creciendo. La banda sonó empastada, con una precisión casi quirúrgica, fruto de años compartiendo escenario y estudio. Desde los primeros acordes de Otro martes, la conexión con el público fue total.
Un setlist que recorre dos décadas de himnos
El setlist fue un viaje emocional a través de su discografía: Lo que queda, Qué importa, La ciudad del viento —una oda a su tierra y a los sueños que se pelean día a día—, y El huracán, uno de los momentos más intensos de la noche, al menos para quien escribe estas líneas. Cada canción traía consigo un recuerdo, una emoción, una historia compartida entre banda y público.
Siguieron con Mil días, Lejos, Números, Sol nublao y Se lo va a llevar todo, su más reciente single, que ya es coreado como un clásico. La luna duerme sola convirtió La Casa del Loco en un karaoke improvisado. Y cuando sonó Y nos dieron las diez, su versión cargada de respeto a Sabina, el ambiente se tornó íntimo y entrañable.
Un final a la altura del aniversario
La recta final fue un derroche de energía: Dejarlo atrás, A contrarreloj —con la emoción a flor de piel—, El Vicio del Duende y Quisiera, uno de sus grandes himnos, que puso a todos a cantar como si fuera la última vez. Cerraron con Sigo, broche de oro y mensaje claro: seguimos aquí, seguimos adelante.
Hubo sonrisas, saltos, abrazos. Hubo agradecimientos sinceros y dedicatorias que demuestran que esta banda no ha perdido ni una pizca de cercanía. Porque si algo quedó claro es que El Vicio del Duende sigue teniendo mucho que decir. Veinte años después, suena a punto y seguido.
Y “como sigue estando el mar”, ellos siguen navegando. Con el timón firme, el corazón lleno de canciones y un nuevo disco en el horizonte. Que viva el rock, que vivan las bandas que no se rinden y que nunca nos falten noches como esta.
¡Nos vemos por las salas!
Fotos de @alexio.raw
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