La verdad es que he ido a muchos conciertos en mi vida, pero sin duda la experiencia del sábado fue muy distinta a cualquiera que he vivido antes.

Para empezar llegué tarde a la cita. Se me da fatal la gestión del tiempo y, lo que en mi cabeza tardaría 15 minutos, en la realidad son 30, y eso siendo optimistas. Pero era precisamente eso, mi tendencia optimista y la experiencia que me decía que un concierto nunca empieza a la hora anunciada (salvo en festivales) lo que me permitía mantener la calma… ¿A quién quiero engañar? Estaba de los nervios.

Llegué media hora tarde, pero a tiempo, ya que efectivamente el concierto aún no había empezado. Aún me quedó margen para hacer un primer barrido por el local, ver dónde colocarme, tomarme una cerveza y meterme en situación. Atisbé a los músicos de Locos de Atar cerca del escenario (inconfundibles con su mono rojo, el cual les hizo sudar de lo lindo un poco más tarde) y pude hablar un ratito con ellos antes de que subieran al escenario.

Haciendo honor a su nombre, estos Locos se enfundaron sus monos de color rojo, desafiando al calor que allí hacía. Pero sí que nos iban a brindar un espectáculo musical por todo lo alto. El trío de Benidorm lo dio todo sobre el escenario, música y más música para hacernos vibrar.

Para quienes aún no conozcáis a Fabián, Jesús y Juanmi, os diré que su música es explosiva, y su discografía está llena de canciones pegadizas que invitan a que no dejes de bailar en ningún momento. Sonaron temas como Marioneta, Niña Mala, Cenicienta, Invencibles, Pachamama y el que para mí se ha convertido en un himno (y por qué no decirlo, un leit motiv en toda regla): Que tiemble tu mundo, temazo con el que sin duda nos hicieron vibrar a los allí presentes. Aunque también nos regalaron alguna balada con la que nos dejaron ver también su lado más romántico e íntimo.

Locos de atar tienen ese puntito canalla que bebe del pop rock nacional (en la que se atisba una clara influencia de grupos como El Canto del Loco o Despistaos e incluso en algunos momentos de grupos como La Fuga) que no puede faltar a una banda de música como la suya.

Melodías frescas y letras pegadizas, da igual si eres fan acérrimo de su música como si los acabas de conocer, verles en concierto es sinónimo de disfrutar y de acabar tarareando sus canciones. Y es que una vez que los escuchas, es muy probable que ya no te los saques de la cabeza. Yo aún no he logrado escapar de su estribillo: “Baila, que tiemble tu mundo/ Grita, que hable tu alma/ Salta, disfruta el momento.”

Ver a Bicho Raro sobre el escenario fue una grata sorpresa. Me encontré con una banda perfectamente sincronizada. Cuando te encuentras algo así, intuyes las horas de ensayo, pasión y planificación que hay detrás. La complicidad entre Óscar, Larry, Pepe y Manu era más que palpable. La forma en que se mueven sobre el escenario, las miradas entre los músicos, las pausas, su puesta en escena, forman un todo y lo transmiten al público. Y ojo, que aún así siempre pueden surgir las cosas del directo, con cambio de micro incluído, tras el cual pudimos disfrutar mejor de la voz de Óscar.

Hubo muchos temas y muy buenos entre su repertorio como: Imaginemos, Recuerdo Crónico, Caer y levantar (uno de mis temas favoritos) y como mención especial, el temazo que se marcaron con Ana de Mailers, a quien servidora descubrió ese mismo día y a quien sin duda seguiremos el rastro. Rebeca puso su increíble voz, junto al cantante del grupo, al tema de Bicho Raro en el que colabora: Sálvate a ti mismo.

La música de Bicho Raro está llena de rock, de fuerza bruta. Algunos de sus temas te remiten a algunos grandes del panorama nacional (Pereza, Burning…). Las letras de sus canciones tienen algo especial, te llevan a un imaginario muy diferente, algo difícil de ver hoy en día. Y en directo suenan tremendamente bien. A modo personal, diré que me pareció especialmente conmovedor el momento en el que Óscar, solo en el escenario, comenzó a tocar y cantar un antiguo tema, el que precisamente da nombre al grupo, Bicho Raro, al que poco a poco se fueron incorporando el resto de miembros del grupo con sus instrumentos. Si tuviera que quedarme con un momento de su concierto, sin duda sería ese. Y es que como bicho raro que soy, no podía dejarme indiferente.

Pero si hay algo con lo que me quedo, por encima de todo, de la tarde de ayer, es con la calidad humana y la cercanía de todos los músicos. Si sobre el escenario son grandes, aún lo son más cuando se bajan de él. ¡Mil gracias por la tarde de ayer!

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Un abrazo #siempreunabrazo

Crónica y fotos de nuestra colaboradora: Shinobu_ren