Zaragoza se subió a la montaña rusa de emociones de los Sexy Zebras el pasado viernes 28 de febrero en la Casa del Loco. La banda madrileña desató una tormenta eléctrica cargada de actitud y energía en el primero de sus dos conciertos consecutivos con entradas agotadas. Y no es para menos: la sala se les quedó pequeña en cuanto anunciaron fecha, obligándolos a sumar una segunda noche que también voló. La fila de seguidores impacientes serpenteaba por la calle listos para sumergirse en el caos controlado de “Una noche de pogo”.
Caos controlado y adrenalina pura con los Sexy Zebras
Puntuales a la cita, las luces se apagaron, y la sala se sumió en la explosión definitiva. Sexy Zebras arrancaron con uno de sus himnos infalibles, “Bailaremos”. Basta un acorde para que las primeras filas estallasen en saltos y coros al unísono, contagiados por la inagotable energía de Gabi Montes, quien desde el primer minuto se adueñó del escenario con una fuerza imparable. No había vuelta atrás, el concierto prometía ser una auténtica fiesta. Presentaciones hechas continua el show y nos dejamos llevar por la fuerza de “Libres”, que desata la euforia del público, y que ya desde el inicio estaba completamente entregado.
La intensidad siguió subiendo con “Búfalo Blanco”, un tema que nunca defrauda provocando el caos en sus directos. Pogos, saltos y desenfreno se adueñaron de la sala, reafirmando que los Zebras son sinónimo de espectáculo. La energía no decayó ni un segundo y continúan con el pie sobre el acelerador con “Mañana no existe”. Con este tema, uno de los adelantos de su próximo disco, la banda demostró su capacidad para fusionar adrenalina y mensaje, un golpe directo de rock desenfrenado. Un auténtico himno que convirtió la Casa del Loco en una especie de catarsis colectiva con su mensaje de vivir el presente sin reservas.
Rock desenfrenado y momentos memorables
Los Zebras siguen con el pie en el acelerador y lanzan “Puñales y Claveles”, otro despliegue de fuerza y actitud donde el público y la banda se fusionaron en un solo ente de energía frenética. Pero los imprevistos también forman parte del rock en vivo. En plena actuación, José Luna tuvo un percance con el pedal de la guitarra, obligando a una breve pausa. Sin embargo, ni un ápice de nerviosismo se reflejó en la banda. Aprovecharon el momento para bromear y conectar aún más con los asistentes, demostrando su veteranía sobre las tablas.
Tras el incidente, retomaron con “Quiero follar contigo”, un tema que, pese a su provocador título, se convirtió en uno de los momentos más emotivos de la noche. Hay que destacar en este tema el sublime solo de guitarra de Jose, se sale. Es de aplaudir la capacidad de Sexy Zebras para desatar un torbellino de energía en el escenario y, de un momento a otro, bajar las revoluciones hasta convertir el pogo en un abrazo colectivo. De pronto, ya no estamos saltando sin control, sino cantando con los ojos cerrados, dejando que esos versos intensos nos atraviesen el alma. Son pura magia. Seguimos con “Una canción para resucitar”, que mantuvo esta intensidad emocional en lo más alto, seguida por “Sin bandera”, un himno coreado a pleno pulmón por los presentes.
Del amor al desenfreno total
Uno de los momentos más esperados llegó con su último single, “POGO”. Tal y como su nombre indicaba, la sala se transformó en un hervidero de movimiento con un cartel entre el público que pedía “Pogotízame”, mientras el sudor y la adrenalina se apoderaban del ambiente. Siguieron con “Amanecer Galáctico”, en el que Jesús desplegó una batería furiosa pero magistralmente controlada. “Marte” aportó un instante de emoción pura antes de encarar “O todos o ninguno”, que celebró la hermandad y la unión de la escena rockera.
En este punto, Gabi tomó la palabra para compartir una anécdota: recordó con gratitud cómo años atrás tocaron en Zaragoza en Las Armas para muy pocos asistentes, incluso desde el suelo de la sala para estar más cerca del público. Ahora, con dos noches seguidas de Sold Out, ver la Casa del Loco llena era un sueño hecho realidad. Un gesto de humildad que emocionó a más de uno.
Llegados a este punto Gabi se dirige al público y nos dice que “Se ha acabado la parte pop del concierto y empieza la IronMaiden”. Así la banda incendió de nuevo el ambiente con su “Jaleo”, en un clímax de pura explosión rockera. La energía era tal que el staff repartió agua entre el público en más de una ocasión. Llaga el turno de “Días de mierda” que retumbó con su honestidad brutal ante la que no te queda alternativa más allá de sucumbir. En este momento Gabi anunció: “No estamos todos, justo entra ahora en la sala… ¡Charly García!”, provocando una ovación ensordecedora.
Sexy Zebras prenden fuego hasta el final
Con “Charly García”, la sala se transforma en una piscina improvisada donde los asistentes demuestran sus habilidades de natación antes de lanzarse al pogo descontrolado. Y cuando el potente estribillo estalla, la marea humana lo inunda todo, arrasando cada rincón con pura adrenalina. Llega el turno de otro de los himnos de la banda, “Nena”. Ante un público que acompaña dejándose la voz en cada estrofa, queda patente que estamos ante uno de los mayores éxitos de la banda, una canción para disfrutar en directo.
En los bises, José regresa el primero al escenario con ese himno contra la superficialidad “Canción de mierda” que desata la ironía con el verso “sácame ya de esta fiesta” cuando, en realidad, nadie quería que terminase. Muy a nuestro pesar, los Zebras encaran la recta final con “Marisol” que trajo consigo un bonito crescendo melódico, mientras un mar de pelucas rosas se agitaba entre la multitud. Y si ya no hay dudas de que la canción es preciosa, en directo se crece. Finalmente llega el turno de “Tonterías” con un Gabi entregadísimo que no se conformó con el escenario y bajó al público, desatando la euforia rodeado de una marea de manos alzadas y voces entregadas. Broche de oro a una noche que quedará grabada en la memoria de los asistentes.
Sexy Zebras demostraron estar en un estado de forma envidiable, con una energía, actitud y potencia que los sitúa en uno de sus mejores momentos. Una combinación perfecta entre agresividad y groove, entre irreverencia y virtuosismo, que Zaragoza disfrutó al máximo. Había ganas de jaleo, y los Zebras no decepcionaron. ¡Que vengan muchas más noches así, que iremos a bailar!