El emblemático Low Festival, celebrado del 26 al 28 de julio en la vibrante ciudad de Benidorm, volvió a reunir a un impresionante elenco de artistas, con todos los abonos agotados antes del evento y más de 20.000 asistentes diarios. Suede, Pixies, Crystal Fighters, Amaral o los cartageneros Arde Bogotá, que crecen imparables ante un público cada vez más entregado, fueron este año los cabezas de cartel.
La Ciudad Deportiva Guillermo Amor, sede del festival, proporcionó un ambiente cómodo y seguro para aquellos que año tras año deseamos salir de nuestra zona de confort para sumergirnos en un mar de gente y envolvernos de la mejor música. Sin duda, el fin de semana prometía, así que rodeada de la mejor compañía y todas las ganas de disfrutar, me hice con la característica pulsera y me rendí a la idea de quedar totalmente fa-fa-fa-fascinada.
El Low Festival 2024 ha sabido adaptarse a un público cada vez más diverso y exigente, ofreciendo una amplia gama de alternativas sin solapamientos dolorosos. He sentido el esfuerzo de la organización por conseguir, a lo largo de tres días, que los asistentes nos sintiésemos como en casa. Comodidad, seguridad, fluidez en la entrada y salida entre escenarios, junto con tiempos de espera razonables en las barras y servicios hicieron la estancia placentera. Se agradeció la ampliación de fuentes de agua potable gratuita y los puntos violeta para garantizar un ambiente protector.
Sí, sin duda, con catorce ediciones a sus espaldas, el Low Festival ha aprendido valiosas lecciones sobre cómo mejorar cada año. La combinación de buena música indie, una atención al cliente excepcional, su gran oferta de zonas lives experiences (VIP pool, maquillaje, fotografía, merchan) y unos precios asequibles en su oferta gastronómica en comparación a otros festivales del panorama nacional, hacen de este festival un evento imperdible para todos los amantes del género. Sin más, os resumo lo que para este humilde melómana fue lo más destacado.
El Low Festival de música indie vibró con la actuación de Amaral, una banda que ha sabido reinventarse y conquistar al público a lo largo de los años. Desde su regreso a los festivales y tras su participación en el extinto SOS48, la propuesta musical de Eva Amaral y Juan Aguirre continúa brillando ante una marea de personas entregadas que corearon, uno tras otro, los himnos nostálgicos que han formado parte de nuestra vida como “Días de verano”o “Moriría por vos”. Su actuación fue un viaje emocional que resonó en todos los asistentes. La energía del escenario fue palpable gracias a los solos electrizantes de guitarra y la poderosa presencia escénica de la diva.
La actuación culminó con una colaboración especial entre las hermanas cántabras Teresa y Marina de Repion, quienes ofrecieron una emotiva versión conjunta de “El universo sobre mí”, cerrando así un capítulo generacional que nos dejó a todos con ganas de más. Nos lo ofrecieron después en su bolo independiente, la complicidad entre ellas es más que visible. El respeto y la admiración también. Tal vez sea porque son hermanas o porque han nacido con el gen de la música.
Los Pixies, liderados por Black Francis, ofrecieron un espectáculo electrizante que condensó cuarenta años de trayectoria musical en apenas una hora. La banda comenzó su actuación con fuerza, fusionando magistralmente todos sus álbumes. Desde el primer acorde, quedó claro que estábamos ante un concierto memorable, haciendo honor a su legado atemporal como “Hey”, “Here Comes Your Man” y la icónica “Where Is My Mind?”. La voz visceral y gutural de Francis ha resistido el paso del tiempo, sin olvidar el aspecto destacado del concierto con la actuación de Emma Richardson, la nueva bajista británica que se unió recientemente a la banda. Su destreza en el bajo es fundamental para el sonido característico de los Pixies y logró hacer olvidar su corta permanencia en el grupo.
Le siguieron la banda britpopera Maxïmo Park, que tuvieron la oportunidad de descubrir ante los ojos de los más noctámbulos algunas de las primeras pistas de su nuevo disco, Stream of Life, previsto de publicarse el próximo mes de septiembre.
Solo unos privilegiados disfrutamos en el escenario de Radio3 de los británicos The Pale White que demostraron con creces por qué han sido considerados, debido a su sonido trepidante, una de las bandas nuevas más cautivadoras del rock.
Maren se comió el escenario pequeño a golpe de melena al viento y una voz de ensueño envolvente que me transportó, a mí y a cuantos me rodeaban, en un viaje por la estación espacial de Teruel y túneles de lavado. ¡Qué futuro tan prometedor debería tener esta chica! La originalidad de sus letras, su entusiasmo y cercanía bien lo merecen.
En otra liga ya juegan bandas como Ginebras que dieron un pistoletazo de salida cargado de buen rollo. Sonaron “La típica canción”, “Con altura”, “Desastre de persona” y la alicantina Sandra lideró “La manta al coll” que todos los presentes coreamos, bebida en alza y la sonrisa imborrable que esta girl band consigue dibujar.
O Sidonie, que desde 1997 han evolucionado pasando de rock psicodélico cantado en inglés, a abrazar un sonido más pop, sin perder su esencia. De aquella época inicial apenas hay rastro en su repertorio, salvo por algunos cameos del sitar, pero siguen siendo unos tipos divertidos con afán de que pasemos un buen rato con ellos desplegando un arsenal de hits como “Fascinado” y terminando por todo lo alto con “El incendio”.
Para finalizar, La la Love You no dieron tregua hasta hacernos saltar con “Que nada nos pare”, su versión glam rock de «Tenía tanto que darte» de su adorada Nena Daconte y un colofón final insuperable con ese fenómeno social que es «El Fin del Mundo», digno de enmarcar en letras de Oro (y Platino) en los anales de Historia de la música indie.
Entre paseo y paseo por los diversos escenarios, Dj’s como Coolmenas, Wisemen Project o Yahaira me amenizaron la experiencia y el subidón al pasar frente a la zona de I love Benidorm, y aunque hubo más, mucho más, esta humilde mortal se retiró para poder seguir gozando al día siguiente.
Hacía calor, mucho calor, cuando aparqué en uno de los 3 parkings habilitados y me encamino a la entrada del Low Festival. De este año me maravilla la fluidez en los accesos, la rápidez en las recargas de dinero en la pulsera y el poder encontrar a mi gente sin problemas. Así que una vez encontrada y abrazada a una amiga, y previo paso por el makeup de Óptica Universitaria, nos dirigimos a ver a nuestros amigos alicantinos de Viscopaf.
Los ganadores del pasado Emerge Alicante y que ya nos hicieron saltar en el Spring Festival, volvieron a sorprendernos con sus canciones cargadas de humor como “Balconing” o “Ciberataque”. Somos muchos los que arropamos a esta banda que, preveo, pronto dejará de tocar en escenarios pequeños.
Corriendo luego para pillar buen lugar y disfrutar de Shinova. ¡Y vaya sí lo hice! ¿Podemos hablar del magnetismo que desprende Gabriel sobre el escenario? Son unos «Ídolos» para mucha gente y eso se notó en el ambiente. Cantamos y bailamos con los de Vizcaya temazos como “Te debo una canción”. Y para terminar lo más arriba posible, dejando a todos con ganas de más, llegaba «La sonrisa intacta», y así terminábamos todos, como el título de la canción.
Hidrogenesse consiguieron defender bastante bien su mala fortuna solapándose con Suede y confesando que esta era su primera vez en el festival. Después de un último año redondo poniendo BSO a la serie La Mesías (sí, las canciones de Stella Maris fueron compuestas por Carlos y Genís), conectaron con un publico entragado a su buen rollo.
Tan pronto como tuve ocasión, salí dirección al escenario Vibra Mahou, donde el entrañable e icónico Brett Anderson estaba dando una lección de verdadero rock & roll. El show de Suede fue clásico, un concierto muy coreable donde el frontman pidió constantemente la colaboración del público mientras saltaba y jugaba con el micro.
El momento emotivo llegó cuando compartió con nosotros el verdadero significado de “She Still Leads Me On”, recordando a su madre fallecida, y el momento entrañable cuando dijo, con un guiño y una sonrisa, “You’re fine boys tonight”. No te adelantes, Brett.
Iba de pasada antes de ver a los Planetas y me quedé hasta el final. Pasé a engordar su lista de fans tras descubrir la voz del talentoso artista valenciano. El suelo de Radio 3 se llenó de energía, equilibrio y sutileza. Cada canción fue una obra de arte en sí misma, con arreglos meticulosos y una ejecución impecable por parte de la banda y de su técnico de iluminación que supo jugar sincronizando tempos y colores. Este chico tiene carisma, humildad y sensibilidad. Espero seguir viendo en primera fila el crecimiento que merece.
Llegué a tiempo para ver la segunda parte de Los Planetas. Con un llenazo en el Escenario MINI Benigar, la curtida banda consiguió transportar a los asistentes en un viaje cargado de nostalgia. Creo que un buen resumen es decir que los granadinos fueron capaces de convertir a un grupo de señores en adolescentes abrazados en plena celebración por el 30 aniversario de Super 8.
Le llegó el turno a Mikel Izal y su recién bautizado “Muleta Tour”. Después de someterse a una operación de menisco que afectó a varios conciertos de su gira, volvió a los escenarios sobre una silla, acompañado de su nueva banda y envuelto en un espectáculo de luces y sonido que irradiaron las mismas ganas de siempre en sus fans.
El repertorio se basó en su álbum “El miedo” y “El paraíso”, junto con un gran número de temas que han marcado su carrera como compositor en los últimos años. Los himnos de Izal cuentan ahora con una nueva producción musical y arreglos desarrollados junto al productor Pau Paredes.
Era la primera vez que veía a Ojete Calor en directo, y si bien mis expectativas eran altas… ¡Las superaron con creces! Abrían su concha hinchable al ritmo de “Extremismo mal”, cargado de ironía y de humor amargo. Aunque se hagan llamar los reyes del subnopop, en muchas de sus canciones hay bastante más inteligencia y mordacidad que en discografías enteras.
En lo musical siguen a su bola, mezclando a Giorgio Moroder con el spaguetti western y con el pop infantil. Con sus cambios de extrafalario vestuario y monólogos de humor variopintos, nos hicieron disfrutar y reír como nunca bajo sus lemas “Viejoven” o “Mocatriz”. Definitivamente quiero quedarme a vivir en uno de sus conciertos.
Nos sorprendió con su nuevo single y videoclip “Armadura”. No sé si fue por la hora tan tardía de su actuación o si veníamos de darlo todo, pero fuimos muchos los que comentamos que notamos a la banda apagada y con un tono muy monótono. Al menos hasta llegar al final, donde pudimos disfrutar y dejarnos la voz con canciones míticas como “La vida moderna”.
¿Me perdí bandas? Lo siento, sí. Pero la comida es mi religión y una tenía que reponer fuerzas y hacer cola en los baños de chicas… Eso sí, los ritmos de fondo de Kavinsky, Neoverbenero o Dj’s como Sama Yax y los Stereo, me hicieron las pausas más llevaderas.
Espidifen, agüita, gafas de sol y la mejor compañía fueron necesarias para afrontar el tercer y último día, que además prometía ser breve pero intenso. En la fiesta de La Plazuela me colé y llegué a tiempo para escuchar el flamenco-punk de la banda andaluza, siendo testigo de tremenda tralla de solo de batería y sintentizadores. Se respiraba roneo y guasa en el ambiente.
El cansancio no fue impedimento para que corriese a la barrera para conocer a Crystal Fighters en primera fila y me inyectaron una alegría y ganas de vivir como pocas bandas en mi vida. Y así fue como todos los recién llegados íbamos cubriendo la inmensa pista de Vibra Mahou para rendirnos en cuerpo y alma al directo de los londinenses.
Color, ritmos desbocados, guitarras juguetonas, mezclas de pop eléctrico con percusión de txalaparta y una irresistible voz femenina acompañando al genuino e inconfundible Sebastian Pringle. A partir de “Love natural” y “At home” encararon una recta final que convirtió Benidorm en una enorme pista de baile.
Ya recuperada y cargada de entusiasmo, me dirigí a recargar pilar con Carlos Sadness de fondo. ¡Tremendo contraste! El artista nos deleitaba con sus canciones llenas de luz y amor y nos pedía que le diésemos calor, algo que no tardó en suceder revelando en el horizonte diversas pancartas con mensajes de colores fluorescentes y muchas flores.
Al finalizar, las miradas cambiaron de dirección y nuestros pasos se apresuraron para pillar buen sitio y sentir como se rompía el suelo con la potencia de los cartageneros Arde Bogotá. La pista y las gradas hasta la bandera, no tengo duda de que fueron los grandes protagonistas del festival. En directo se crecen e incendian el ambiente.
La presencia de Antonio García, vocalista, es magnética e inesperada. Cuesta creer que tal vozarrón salga de ese cuerpo tan menudo y ágil. Al son de “Qué vida tan dura”, “La salvación” o “Cariño” nos dejamos la garganta y dejamos al cuerpo listo para la resaca emocional que aún dura mientras escribo este testimonio.
Para el cierre del festival irrumpirían La Casa Azul cargados con globos de colores y El Columpio Asesino o Niños Mutantes, que anunciaron con manifiesta pena en los presentes, su retirada de los escenarios, no sin antes devolverle al Low Festival su viraje habitual de traqueteo indie, festivalero y buenrollista.
Tras disfrutar de esta experiencia, puedo afirmar con entusiasmo que el Low Festival es el evento al que más deseo regresar y que se ha de disfrutar, si me lees, al menos una vez en la vida.
En los próximos días podrás leer en Mi Rollo la crónica por días con fotos y mas información sobre los conciertos, esto es solo un anticipo desde un punto de vista diferente.
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